¿Será cierto?
Todo arreglado y arreglado como quiere Cobos.
¿Y nuestra dirigencia?
La que decía que éramos “la resistencia” y que debía ser gente de nuestro sector la que debía continuar en la conducción tanto partidaria como de los bloques y otros organismos en los cuales el partido tiene representación.
Este pensamiento no estaba motivado por un capricho ni por una cuestión de ego colectivo.
Deseábamos la continuidad de una línea de acción que había permitido el resurgimiento de nuestro partido.
Para ratificar nuestro pensamiento y verificar si contábamos con el apoyo de la dirigencia del país, realizamos el encuentro en Rosario y más allá de algunas “trampas” armadas con el propósito de promover algunos posicionamientos, en general podemos decir que somos la mayoría de los radicales los que compartimos esta línea de pensamiento que tiene su principal sustento en la lealtad partidaria, la adhesión permanente a principios e ideas que conforman la identidad de la UCR y especialmente un rechazo absoluto a la traición.
En Rosario se habló de posibilitar el retorno de aquellos que honestamente reconocieran que habían dado un paso en falso, se hablo de continuar con el trabajo que se estaba realizando, se ratificó la confianza en la conducción pero fundamentalmente en el camino a través de cual se estaban logrando los objetivos.
En ningún momento se resolvió que debía ser Cobos el hombre encargado de diagramar el futuro de la Unión Cívica Radical. Que el debía ser quien debía determinar el nombre del futuro presidente del partido como también de los diferentes blockes parlamentarios.
Debíamos negociar como determinar las autoridades únicamente con hombres llegados por integrar boletas avaladas por el partido, entre radicales de siempre.
Estaba en juego la altísima responsabilidad de representar a la Unión Cívica Radical, así como también decidimos que nuestro sector no debía aceptar imposiciones, por ninguna causa y circunstancia, con relación al hombre que debía presidir el Comité Nacional luego de finalizado el mandato de Gerardo Morales.
El candidato debía ser del sector de “la resistencia” y si era preciso no teníamos ningún inconveniente en dirimir supremacías a través del voto de los delegados al plenario.
Eran condiciones mínimas para conseguir consolidar definitivamente un movimiento surgido espontáneamente durante el peor momento de la crisis sufrida por nuestro partido y que con tesón, convicción, entrega y dedicación, había logrado recomponerlo y hacerlo visible para la sociedad.
Quienes por diversas circunstancias no compartían ni se sentían parte del grupo que estaba llevando adelante el proyecto, fueron armando una ofensiva que encontró instrumento propicio cuando una circunstancia política catapultó a la consideración popular la figura del Vicepresidente de la Nación Julio Cobos.
Con rápidos reflejos en ese momento, presionaron sobre puntos neurálgicos del partido y lograron que le sea levantada la suspensión de su afiliación de por vida que le aplicara el Tribunal de Disciplina de nuestro partido otorgándole el beneficio de la re afiliación para el momento que considere conveniente.
Estaba comenzando a gestarse una estrategia que tenía por objetivo el desplazamiento del grupo de conducción y como consecuencia posterior el más que factible desmembramiento del Acuerdo Cívico y Social ya que el mismo no resulta funcional a sus propósitos.
No debemos perder de vista tampoco la creación de la línea interna Cantera Popular que con toda honestidad hace conocer sus fines y deseos, algunos agrupamientos que se han creado proponiendo la candidatura del Ing. Cobos a presidente de la Nación, con la anuencia del mismo, lo que como hecho no es criticable ni debe ser censurado, pero que indica claramente que mientras los demás están trabajando para consolidar posiciones, parece que nosotros estamos retrocediendo.
¿Por qué lo decimos?
Las informaciones que se están divulgando, que superan el estado de trascendidos y lentamente se están convirtiendo en realidades, son totalmente contrapuestas con las decisiones adoptadas no sólo en Rosario sino a través de los años.
La política fue siempre, además de un conjunto de definiciones filosóficas e idiomáticas, una puja de ambiciones.
Nadie debe asombrarse por ello.
Pero cuando a los imbricados caminos de la política se le agregan la mentira, la falsedad y la intriga, los disvalores se apoderan de la misma y entre las consecuencias suscitadas aparece la disociación como una de las más factibles.
¿Podrán nuestros negociadores explicar los drásticos cambios sufridos por las decisiones tomadas en Rosario?
¿Nos dirán que no entendimos el mensaje?
¿Qué pasó?
Abdicamos, nos equivocamos, o que…
Hay gente que tendrá que explicar, porque hay gente que aportó todo lo que pudo por edificar una realidad distinta.
O ya se habrá peronizado tanto nuestra dirigencia que no se siente con la obligación de dar explicaciones.
Habíamos decidido dar la lucha interna defendiendo nuestro manera de pensar y parece que nos estamos rindiendo sin siquiera dar pelea.
Espero que no tengamos que repetir las palabras del querido radical ya fallecido, don Enrique Pereira cuando dijo: “me estoy yendo de un radicalismo del que nunca me iré…”
¡Qué bárbaro!
MARIO JARAZTodo arreglado y arreglado como quiere Cobos.
¿Y nuestra dirigencia?
La que decía que éramos “la resistencia” y que debía ser gente de nuestro sector la que debía continuar en la conducción tanto partidaria como de los bloques y otros organismos en los cuales el partido tiene representación.
Este pensamiento no estaba motivado por un capricho ni por una cuestión de ego colectivo.
Deseábamos la continuidad de una línea de acción que había permitido el resurgimiento de nuestro partido.
Para ratificar nuestro pensamiento y verificar si contábamos con el apoyo de la dirigencia del país, realizamos el encuentro en Rosario y más allá de algunas “trampas” armadas con el propósito de promover algunos posicionamientos, en general podemos decir que somos la mayoría de los radicales los que compartimos esta línea de pensamiento que tiene su principal sustento en la lealtad partidaria, la adhesión permanente a principios e ideas que conforman la identidad de la UCR y especialmente un rechazo absoluto a la traición.
En Rosario se habló de posibilitar el retorno de aquellos que honestamente reconocieran que habían dado un paso en falso, se hablo de continuar con el trabajo que se estaba realizando, se ratificó la confianza en la conducción pero fundamentalmente en el camino a través de cual se estaban logrando los objetivos.
En ningún momento se resolvió que debía ser Cobos el hombre encargado de diagramar el futuro de la Unión Cívica Radical. Que el debía ser quien debía determinar el nombre del futuro presidente del partido como también de los diferentes blockes parlamentarios.
Debíamos negociar como determinar las autoridades únicamente con hombres llegados por integrar boletas avaladas por el partido, entre radicales de siempre.
Estaba en juego la altísima responsabilidad de representar a la Unión Cívica Radical, así como también decidimos que nuestro sector no debía aceptar imposiciones, por ninguna causa y circunstancia, con relación al hombre que debía presidir el Comité Nacional luego de finalizado el mandato de Gerardo Morales.
El candidato debía ser del sector de “la resistencia” y si era preciso no teníamos ningún inconveniente en dirimir supremacías a través del voto de los delegados al plenario.
Eran condiciones mínimas para conseguir consolidar definitivamente un movimiento surgido espontáneamente durante el peor momento de la crisis sufrida por nuestro partido y que con tesón, convicción, entrega y dedicación, había logrado recomponerlo y hacerlo visible para la sociedad.
Quienes por diversas circunstancias no compartían ni se sentían parte del grupo que estaba llevando adelante el proyecto, fueron armando una ofensiva que encontró instrumento propicio cuando una circunstancia política catapultó a la consideración popular la figura del Vicepresidente de la Nación Julio Cobos.
Con rápidos reflejos en ese momento, presionaron sobre puntos neurálgicos del partido y lograron que le sea levantada la suspensión de su afiliación de por vida que le aplicara el Tribunal de Disciplina de nuestro partido otorgándole el beneficio de la re afiliación para el momento que considere conveniente.
Estaba comenzando a gestarse una estrategia que tenía por objetivo el desplazamiento del grupo de conducción y como consecuencia posterior el más que factible desmembramiento del Acuerdo Cívico y Social ya que el mismo no resulta funcional a sus propósitos.
No debemos perder de vista tampoco la creación de la línea interna Cantera Popular que con toda honestidad hace conocer sus fines y deseos, algunos agrupamientos que se han creado proponiendo la candidatura del Ing. Cobos a presidente de la Nación, con la anuencia del mismo, lo que como hecho no es criticable ni debe ser censurado, pero que indica claramente que mientras los demás están trabajando para consolidar posiciones, parece que nosotros estamos retrocediendo.
¿Por qué lo decimos?
Las informaciones que se están divulgando, que superan el estado de trascendidos y lentamente se están convirtiendo en realidades, son totalmente contrapuestas con las decisiones adoptadas no sólo en Rosario sino a través de los años.
La política fue siempre, además de un conjunto de definiciones filosóficas e idiomáticas, una puja de ambiciones.
Nadie debe asombrarse por ello.
Pero cuando a los imbricados caminos de la política se le agregan la mentira, la falsedad y la intriga, los disvalores se apoderan de la misma y entre las consecuencias suscitadas aparece la disociación como una de las más factibles.
¿Podrán nuestros negociadores explicar los drásticos cambios sufridos por las decisiones tomadas en Rosario?
¿Nos dirán que no entendimos el mensaje?
¿Qué pasó?
Abdicamos, nos equivocamos, o que…
Hay gente que tendrá que explicar, porque hay gente que aportó todo lo que pudo por edificar una realidad distinta.
O ya se habrá peronizado tanto nuestra dirigencia que no se siente con la obligación de dar explicaciones.
Habíamos decidido dar la lucha interna defendiendo nuestro manera de pensar y parece que nos estamos rindiendo sin siquiera dar pelea.
Espero que no tengamos que repetir las palabras del querido radical ya fallecido, don Enrique Pereira cuando dijo: “me estoy yendo de un radicalismo del que nunca me iré…”
¡Qué bárbaro!