Después de algunos recientes sucesos que pusieron en el centro de la escena política del país a la figura del Sr. Vicepresidente de la Nación, ex hombre de la Unión Cívica Radical, hoy integrante de las filas de la Concertación Transversal Kirschnerista que lo llevó al gobierno, diversas circunstancias volvieron a colocar en la ambiente político a hombres de las mismas condiciones políticas que las suyas, en lo que tiene que ver a la pertenencia, lo que nos obliga, frente al hecho de que los mismos, interesadamente, prefieren mantener un status indefinido, con simpleza tratar de poner las cosas en claro, con el fin de que la ciudadanía, y sobre todo el pueblo radical, tenga en claro nuestro pensamiento sobre lo que estamos seguros que no puede ni debe ser. Por fines prácticos en este primer enfoque dejamos sin exponer las profundas diferencias ideológicas entre los modelos políticos que se mencionan.
Con el fin de no inventar definiciones antojadizas, de no tratar de ser creativos y provocar con ello confusión o desconcierto, de no tratar de crear una nueva clase que no existe, es preciso de que se haga un buen uso de las palabras tratando de que las mismas reflejen de la mejor manera posible la realidad.
Si por alguna causa que no podemos exponer, si existe alguna motivación especial que nos impide nominar a las cosas tal como son y nos obligan a calificar algunas situaciones o personas de una forma tendenciosa, hay algún momento en el cual es preciso decir las cosas como son y sino callar, o dejar de escribir, como sea.
Así como la realidad nos indica que no podemos definir a una persona como soltera-casada, o a un adherente al fútbol como boquense-riverplatense, o a un simpatizante del automovilismo de los años cuarenta como de Gálvez y de Fangio al mismo tiempo, o chevroletistas o fordistas, o aceptar a un terrorista como si fuera pacifista, resulta imprescindible presentar como antinomia total la definición radical k.
O se es radical o se es kirschnerista, dado que esto es lo que significa la “letra palabra” k.
Ambas palabras representan ideas, modelos, objetivos, métodos, circunstancias y principios totalmente diferentes. Políticas heterogéneas
No estamos evaluando cual es mejor o cual es mas valedera, lo que aseveramos es que son dos cosas totalmente diferentes y que el uso conjunto no explica la aparición de una nueva identidad política, sino que se esta inventando una deformación o creando algo de existencia imposible.
Hay algunos que confusamente tratan de explicar lo inexplicable, o de encontrar una manera de expresar que no se es pero que se es, lo que de ultima no es mas que un vulgar juego de palabras que en definitiva lo que estaría marcando es el origen de alguien que transmuto de espacio.
“Radical - k” quiere decir “kirschnerista que antes fue radical”.
“Kirschnerista – r”, aunque por ahora no hay, o por lo menos no se los conoce, querría decir entonces “radical que antes fue kischnerista”.
Seamos precisos: nadie puede decir que los autotitulados o erróneamente denominados radicales k no estuvieron antes en el radicalismo, pero esa presencia, que ha pasado a ser circunstancial en el radicalismo, al haberse insertado hoy en el kirschnerismo, debe inexorablemente pasar a ser parte de la historia personal de cada uno. Historia que será atesorada por cada quien conforme a valoraciones que deberá efectuar como circunstancias motivadoras del alejamiento.
Salvo que frente al nuevo escenario encontrado, el haber sido radical signifique una carta de presentación jerarquizadora o un salvoconducto, situación inconcebible o prácticamente imposible.
El vertiginoso ritmo con que se producen nuevas ideas o la velocidad con que las conocemos, producto de la dinámica de los medios de comunicación, posibilitan frente al conocimiento de nuevas y diferentes alternativas, el cambio de pensamiento o adhesión, y esta actitud de cambio debe ser admitida como valida y respetada. Pero quien opta por el cambio es conciente que esta dejando de ser lo que era, debe saber, y en el profundo interior sabe, aunque le cueste admitirlo, que no se puede ser ambas cosas a la vez.
Se es soltero o casado, terrorista o pacifista, de boca o de river, de Fangio o de Gálvez, de Ford o de Chevrolet, o… Radical o Kirschnerista.
Una cosa o la otra.
Las dos cosas al mismo tiempo resultan imposibles.
Elegir una significa desechar o dejar de lado la otra.
O al menos, en nombre de la credibilidad, así debería ser.
Así pensamos los radicales…
Con el fin de no inventar definiciones antojadizas, de no tratar de ser creativos y provocar con ello confusión o desconcierto, de no tratar de crear una nueva clase que no existe, es preciso de que se haga un buen uso de las palabras tratando de que las mismas reflejen de la mejor manera posible la realidad.
Si por alguna causa que no podemos exponer, si existe alguna motivación especial que nos impide nominar a las cosas tal como son y nos obligan a calificar algunas situaciones o personas de una forma tendenciosa, hay algún momento en el cual es preciso decir las cosas como son y sino callar, o dejar de escribir, como sea.
Así como la realidad nos indica que no podemos definir a una persona como soltera-casada, o a un adherente al fútbol como boquense-riverplatense, o a un simpatizante del automovilismo de los años cuarenta como de Gálvez y de Fangio al mismo tiempo, o chevroletistas o fordistas, o aceptar a un terrorista como si fuera pacifista, resulta imprescindible presentar como antinomia total la definición radical k.
O se es radical o se es kirschnerista, dado que esto es lo que significa la “letra palabra” k.
Ambas palabras representan ideas, modelos, objetivos, métodos, circunstancias y principios totalmente diferentes. Políticas heterogéneas
No estamos evaluando cual es mejor o cual es mas valedera, lo que aseveramos es que son dos cosas totalmente diferentes y que el uso conjunto no explica la aparición de una nueva identidad política, sino que se esta inventando una deformación o creando algo de existencia imposible.
Hay algunos que confusamente tratan de explicar lo inexplicable, o de encontrar una manera de expresar que no se es pero que se es, lo que de ultima no es mas que un vulgar juego de palabras que en definitiva lo que estaría marcando es el origen de alguien que transmuto de espacio.
“Radical - k” quiere decir “kirschnerista que antes fue radical”.
“Kirschnerista – r”, aunque por ahora no hay, o por lo menos no se los conoce, querría decir entonces “radical que antes fue kischnerista”.
Seamos precisos: nadie puede decir que los autotitulados o erróneamente denominados radicales k no estuvieron antes en el radicalismo, pero esa presencia, que ha pasado a ser circunstancial en el radicalismo, al haberse insertado hoy en el kirschnerismo, debe inexorablemente pasar a ser parte de la historia personal de cada uno. Historia que será atesorada por cada quien conforme a valoraciones que deberá efectuar como circunstancias motivadoras del alejamiento.
Salvo que frente al nuevo escenario encontrado, el haber sido radical signifique una carta de presentación jerarquizadora o un salvoconducto, situación inconcebible o prácticamente imposible.
El vertiginoso ritmo con que se producen nuevas ideas o la velocidad con que las conocemos, producto de la dinámica de los medios de comunicación, posibilitan frente al conocimiento de nuevas y diferentes alternativas, el cambio de pensamiento o adhesión, y esta actitud de cambio debe ser admitida como valida y respetada. Pero quien opta por el cambio es conciente que esta dejando de ser lo que era, debe saber, y en el profundo interior sabe, aunque le cueste admitirlo, que no se puede ser ambas cosas a la vez.
Se es soltero o casado, terrorista o pacifista, de boca o de river, de Fangio o de Gálvez, de Ford o de Chevrolet, o… Radical o Kirschnerista.
Una cosa o la otra.
Las dos cosas al mismo tiempo resultan imposibles.
Elegir una significa desechar o dejar de lado la otra.
O al menos, en nombre de la credibilidad, así debería ser.
Así pensamos los radicales…