Estimados amigos:
No puedo negar que el escribir con tono irónico es un estilo muy difícil, porque para no caer en la chabacanería, en el insulto o degradación de las personas a las que normalmente están referidos los textos en los que se utilizaron estos métodos de escritura, es necesario tener un muy preciso manejo del idioma, un correcto conocimiento de determinadas circunstancias, ingenio, humor y mordacidad, porque sino, seguramente, que la ironía perderá su esencia y se convertirá en nada más que una serie de improperios, insultos, burlas, mofa y desvalorizaciones que en lugar de cumplir el deseo original de quien escribe que es hacer entender a la gente que determinadas decisiones adoptadas por determinada persona o personas, poseen una intención no enunciada y provocar como consecuencia el rechazo.
Esta forma de expresarse es también una manera de formular una crítica tratando de reflejar que el autor o autores del hecho no eso no son aptos.
Asimismo, cuando faltan calidad y estilo en el escrito muchas veces potencian un desprecio total por la sinceridad, la franqueza y la sinceridad que inspiró a los autores de la iniciativa cuestionada.
Para simplificar podría decir que en mi pueblo a todo esto se lo llama "tomada de pelo", pero aquí tenemos la costumbre de utilizarla ante enemigos y no para hablar de cosas o actitudes de amigos o correligionarios.
Los textos a los que nos referimos, aparecidos en los diferentes medios de comunicación, muchos de ellos escritos por radicales sobre radicales, con motivo de la convocatoria que realizara el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical a la reunión de la Convención Nacional para los días 3 y 4 de octubre próximos en la ciudad de Mina Clavero, Córdoba, que en el punto 11 del Orden del Día llama a tratar “Proyecto de Reforma de la Carta Orgánica”.
Esta cuestión que provocó reacciones de muy diferentes tenores y que esconde también otras diferencias, nos obliga a pensar en otro gran problema que tenemos los argentinos y que tienen que ver con una educación recibida, promotora de una conducta que, según parece, aún no hemos podido rectificar.
¿Somos capaces de respetar al otro? ¿Sabemos como tratar el "no estoy de acuerdo"? , ¿Somos capaces de decir y llevar a cabo "lo que vos decís no me convence pero podemos discutirlo"? , o nos animamos a sostener un dicho cuyo texto exacto no es el que se transcribe pero que decía más o menos lo siguiente: "no estoy de acuerdo con lo que decís pero estoy dispuesto a hacer todo lo necesario para que puedas decirlo", y varias otras acciones más que tienen que ver fundamentalmente con la comprensión y adhesión que nos generan términos tales como "convivencia", "tolerancia", "amistad", todos marcando diferentes modos de relacionarse entre las personas y muy importantes para el sostenimiento de una sociedad democrática.
¿Nos acordamos de la diferencia que existe entre un enemigo y un adversario y quienes eran los que no las comprendían y no las comprenden?
¡Que cerca están pegando las balas de los intolerantes, de los "enanos fascistas" que según los psicólogos cada uno de nosotros transporta inconcientemente!
Tengamos cuidado.
Quienes estamos totalmente de acuerdo de que nos animemos a debatir si es factible modernizar nuestro partido, si parte de esta modernización pasa por efectuar algunas reformas a la Carta Orgánica, o quizás por otros lugares que nuestra imaginación y conocimiento no nos permitieron abordar, que participamos poco o quizás nada en la elaboración de la propuesta que esta circulando para que todos los radicales las conozcan, que estamos totalmente convencidos con relación al espíritu que la movilizó y podemos presentarnos con total honestidad frente a todos y cada uno de los radicales que tengan algunas dudas, para demostrar que nada se esconde detrás de la propuesta, que la misma no oculta ninguna intención aviesa o el intento de lastimar o molestar a alguno o algunos, sino que por el contrario esta imbuida del mismo espíritu que nos llevo a ser fieles al partido, a defender su identidad, sus principios, su manera de entender la política.
Estamos convencidos de que la misma tiene cosas importantes, pero nuestro convencimiento admite la posibilidad del error, del cambio.
En el orden del día se propone el debate. El debate genera discusión, réplica, contestación, pero si vamos a él imbuidos de la impronta del enemigo, corremos el riesgo de hacer caer al debate en el altercado la disputa o la porfía que siempre traen consigo la bronca y la gresca.
Un debate nunca debe ser un combate.
El antónimo de la palabra debate según los diccionarios de la lengua dicen que son: acuerdo, armonía.
Para esto debemos concurrir. Para debatir buscando el entendimiento.
No para ganarle a alguien específico, sino para tratar de entender a todos.
Así podrá seguir creciendo la Unión Cívica Radical o por lo menos así lo entendemos nosotros.
También en mi pueblo se dice que "las cuentas claras conservan la amistad", que tal si nos animamos y decimos que "la cosas claras conservan a los correligionarios" y le agregamos como sostén de la expresión que para que esto ocurra deben terminar las tratativas ocultas, los acuerdos de cúpulas, el contubernio, el misterio, la trasgresión y la perpetuación.
Todos pueden y deben presentar alternativas diferentes si no están de acuerdo con lo propuesto.
Nadie puede ignorar las buenas intenciones conque esto esta pensado, y si alguno tiene suficientes conocimientos y elementos para demostrar que lo que se esta montando es una farsa, que por favor, ni bien comiencen las sesiones, pida la palabra y nos lo cuente y muestre a todos.
Seguramente que entre todos sabremos que hacer y entonces podremos seguir favoreciendo a nuestra Unión Cívica Radical.
Aceptemos el desafío de ser protagonistas responsables.
Para todos.
Con todo respeto.
No puedo negar que el escribir con tono irónico es un estilo muy difícil, porque para no caer en la chabacanería, en el insulto o degradación de las personas a las que normalmente están referidos los textos en los que se utilizaron estos métodos de escritura, es necesario tener un muy preciso manejo del idioma, un correcto conocimiento de determinadas circunstancias, ingenio, humor y mordacidad, porque sino, seguramente, que la ironía perderá su esencia y se convertirá en nada más que una serie de improperios, insultos, burlas, mofa y desvalorizaciones que en lugar de cumplir el deseo original de quien escribe que es hacer entender a la gente que determinadas decisiones adoptadas por determinada persona o personas, poseen una intención no enunciada y provocar como consecuencia el rechazo.
Esta forma de expresarse es también una manera de formular una crítica tratando de reflejar que el autor o autores del hecho no eso no son aptos.
Asimismo, cuando faltan calidad y estilo en el escrito muchas veces potencian un desprecio total por la sinceridad, la franqueza y la sinceridad que inspiró a los autores de la iniciativa cuestionada.
Para simplificar podría decir que en mi pueblo a todo esto se lo llama "tomada de pelo", pero aquí tenemos la costumbre de utilizarla ante enemigos y no para hablar de cosas o actitudes de amigos o correligionarios.
Los textos a los que nos referimos, aparecidos en los diferentes medios de comunicación, muchos de ellos escritos por radicales sobre radicales, con motivo de la convocatoria que realizara el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical a la reunión de la Convención Nacional para los días 3 y 4 de octubre próximos en la ciudad de Mina Clavero, Córdoba, que en el punto 11 del Orden del Día llama a tratar “Proyecto de Reforma de la Carta Orgánica”.
Esta cuestión que provocó reacciones de muy diferentes tenores y que esconde también otras diferencias, nos obliga a pensar en otro gran problema que tenemos los argentinos y que tienen que ver con una educación recibida, promotora de una conducta que, según parece, aún no hemos podido rectificar.
¿Somos capaces de respetar al otro? ¿Sabemos como tratar el "no estoy de acuerdo"? , ¿Somos capaces de decir y llevar a cabo "lo que vos decís no me convence pero podemos discutirlo"? , o nos animamos a sostener un dicho cuyo texto exacto no es el que se transcribe pero que decía más o menos lo siguiente: "no estoy de acuerdo con lo que decís pero estoy dispuesto a hacer todo lo necesario para que puedas decirlo", y varias otras acciones más que tienen que ver fundamentalmente con la comprensión y adhesión que nos generan términos tales como "convivencia", "tolerancia", "amistad", todos marcando diferentes modos de relacionarse entre las personas y muy importantes para el sostenimiento de una sociedad democrática.
¿Nos acordamos de la diferencia que existe entre un enemigo y un adversario y quienes eran los que no las comprendían y no las comprenden?
¡Que cerca están pegando las balas de los intolerantes, de los "enanos fascistas" que según los psicólogos cada uno de nosotros transporta inconcientemente!
Tengamos cuidado.
Quienes estamos totalmente de acuerdo de que nos animemos a debatir si es factible modernizar nuestro partido, si parte de esta modernización pasa por efectuar algunas reformas a la Carta Orgánica, o quizás por otros lugares que nuestra imaginación y conocimiento no nos permitieron abordar, que participamos poco o quizás nada en la elaboración de la propuesta que esta circulando para que todos los radicales las conozcan, que estamos totalmente convencidos con relación al espíritu que la movilizó y podemos presentarnos con total honestidad frente a todos y cada uno de los radicales que tengan algunas dudas, para demostrar que nada se esconde detrás de la propuesta, que la misma no oculta ninguna intención aviesa o el intento de lastimar o molestar a alguno o algunos, sino que por el contrario esta imbuida del mismo espíritu que nos llevo a ser fieles al partido, a defender su identidad, sus principios, su manera de entender la política.
Estamos convencidos de que la misma tiene cosas importantes, pero nuestro convencimiento admite la posibilidad del error, del cambio.
En el orden del día se propone el debate. El debate genera discusión, réplica, contestación, pero si vamos a él imbuidos de la impronta del enemigo, corremos el riesgo de hacer caer al debate en el altercado la disputa o la porfía que siempre traen consigo la bronca y la gresca.
Un debate nunca debe ser un combate.
El antónimo de la palabra debate según los diccionarios de la lengua dicen que son: acuerdo, armonía.
Para esto debemos concurrir. Para debatir buscando el entendimiento.
No para ganarle a alguien específico, sino para tratar de entender a todos.
Así podrá seguir creciendo la Unión Cívica Radical o por lo menos así lo entendemos nosotros.
También en mi pueblo se dice que "las cuentas claras conservan la amistad", que tal si nos animamos y decimos que "la cosas claras conservan a los correligionarios" y le agregamos como sostén de la expresión que para que esto ocurra deben terminar las tratativas ocultas, los acuerdos de cúpulas, el contubernio, el misterio, la trasgresión y la perpetuación.
Todos pueden y deben presentar alternativas diferentes si no están de acuerdo con lo propuesto.
Nadie puede ignorar las buenas intenciones conque esto esta pensado, y si alguno tiene suficientes conocimientos y elementos para demostrar que lo que se esta montando es una farsa, que por favor, ni bien comiencen las sesiones, pida la palabra y nos lo cuente y muestre a todos.
Seguramente que entre todos sabremos que hacer y entonces podremos seguir favoreciendo a nuestra Unión Cívica Radical.
Aceptemos el desafío de ser protagonistas responsables.
Para todos.
Con todo respeto.