"Nueva política" versus "vieja política"
*Por el Ing. Mario Jaraz
Antinomias que intentan demostrar diferencias en la manera de hacer política.
A nuestro país, con acciones políticas aplicadas en la década del noventa y que hoy todavía se encuentran vigentes, se lo llevó a una situación extremadamente compleja y complicada, y hoy al tratar de instalar la existencia de una “nueva política y una vieja política”, lo único que se está tratando de hacer es ocultar la participación y el protagonismo que determinados políticos, actualmente encumbrados en altos cargos, tuvieron en la implementación de esas políticas.
Estos políticos, hoy y entonces en altas funciones de gobierno, intentan adjudicar a las prácticas de la “vieja política” las consecuencias de un plan socio-económico que todos ellos con gran entusiasmo apoyaron, tratando de disimular su participación y trasladando sus responsabilidades a otros actores.
Pero con solo mirar las fotos de ayer y las de hoy descubrimos que los mismos que ayer eran la “vieja política”, hoy dicen ser la “nueva política”.
Lamentablemente los problemas sociales y económicos irresueltos en nuestro país no son consecuencia directa de acciones que tienen que ver con si la política es nueva o es vieja, sino que son causa directa de la aplicación de “malas políticas” y no de “viejas políticas”
Esta es la verdadera dicotomía: Buenas políticas o malas políticas y no viejas políticas o nuevas políticas.
Los políticos cuando asumen funciones gubernamentales, y pese al transcurrir del tiempo no producen las mejoras y los cambios que durante la campaña electoral declamaron, con el fin de no tener que asumir sus propios fracasos o ineficiencia, comienzan a justificarse, a excusarse y a buscar culpables con declaraciones que, por viejas y repetidas, ya no deberían se aceptadas por la sociedad.
¡El estado en que recibimos el país fue desastroso! Los que gobernaron antes nos dejaron el país en una situación tan complicada que nos esta costando mucho arreglarla. La gestión del gobierno anterior fue calamitosa. Estas y otras frases y excusas que, si tuviéramos la costumbre de apelar más seguido a la memoria cuando escuchamos hablar a algunos políticos, seguramente seríamos más exigentes con ellos, no admitiríamos sus mentiras y cometeríamos menos errores a la hora de votar.
La década del 90 fue del Partido Justicialista y su entonces líder, el Dr. Carlos Menem, que al conjuro de una muy particular interpretación de la tan mentada globalización y de una falsa modernización, nos trasladó a la época de los “señores feudales” en la cual el Estado sólo generaba para la gran mayoría de la sociedad obligaciones.
Menem y sus cómplices, como zanahoria motivadora del movimiento de las masas estableció la convertibilidad, que como madre de la estabilidad debía ser adorada y custodiada por todos, porque ella, como parte esencial de la teoría social de mercado provocaría el derrame que llevaría hacia las clases en principio desplazadas, las bondades del modelo en uso. Unos pocos de afuera, con la compañía de algunos amigos de adentro, aprovechando el encandilamiento general provocado por un muy armado programa de difusión, se fueron quedando con todo, lo importante y un poco más.
El País perdió la potestad y la propiedad de factores estratégicamente imprescindibles, no únicamente para potenciar el desarrollo armónico del país y todos sus habitantes, sino para solidificar una soberanía e independencia que quedó no sólo tremendamente debilitada sino que expuesta a los humores y caprichos de los nuevos dueños del país.
Como dato anecdótico, que será útil para analizar y comparar situaciones, podemos agregar que al conjuro de un Poder Ejecutivo actuando como verdadero amo autoritario funcionaban como meros acompañantes el Poder Legislativo y el Poder Judicial que sólo tenían por trabajo el legitimar las acciones del Poder Ejecutivo,
¿Se estaba aplicando vieja política o mala política?
La sociedad, preocupada por el rumbo de los acontecimientos, habría que analizar si conciente de la dramática situación en que se encontraba el país al cumplirse diez años de mandato de Menem, en las elecciones decide reemplazarlo por un engendro que se tituló Alianza, surgida de la unión de la Unión Cívica Radical, el Frepaso, otras pequeñas fuerzas políticas, peronistas disidentes, etc., que emerge cometiendo un error que la política real no perdona: juntarse para derrocar a alguien, pero sin priorizar el compromiso de la construcción alternativa.
Y así le fue a la Alianza.
A los dos años de haber asumido, sin haber cambiado nada para lo que había sido convocada al gobierno, consumida por sus contradicciones y disputas internas, su desgajamiento estructural, su distanciamiento de los partidos que originalmente la promovieron, su falta de convencimiento en la necesidad de encarar cambios reales y profundos, su creencia de que con leves correcciones el modelo recibido podía ser rescatado, y soportando además el acoso que históricamente provoca el justicialismo a quien esta en el gobierno, produce su triste retirada.
¿Que habían aplicado los políticos que llegaron con la Alianza : vieja política o mala política?
El país ingresa en una etapa turbulenta en la que se desata una fuerte disputa entre hombres del Partido Justicialista sobre quien debía sentarse en el sillón de Rivadavia para encarar la normalización institucional y si era posible, cambiar determinados parámetros que condicionaban la economía de la república.
Cada uno de los justicialistas con aspiraciones jugo sus cartas con la vehemencia que el poder propio le permitía para quedar a cargo del Poder Ejecutivo Nacional. Luego de una ardua lucha queda ejerciendo la Presidencia de la Nación , el Doctor Eduardo Duhalde, que casualmente era quien había sido derrotado en las elecciones presidenciales por los candidatos de la Alianza.
Todos quienes disputaron el espacio pertenecían y pertenecen al Partido Justicialista y en el período de Menem habían tenido una actitud protagónica desde cada uno de los lugares en los que actuaban,
Comienza un período que queda marcado especialmente por tres cuestiones fundamentales: la abrupta salida de la convertibilidad, la aparición de los planes Jefes y Jefas de hogar que por seis meses y con aportes internacionales venían a suplir la falta de trabajo y el exceso de hambre de mucha gente y la rápida búsqueda de la normalización a partir de un llamado anticipado a elecciones a Presidente de la Nación.
El efecto de la salida de la convertibilidad, aunque previsible, al no ser el resultado de un plan de adecuación que debía contemplar las consecuencias que la medida acarrearía, como también la forma en que se debía manejar la transición, provoca una serie de situaciones que nuevamente arrojan perjuicio fundamentalmente hacia los más débiles de la sociedad y el eterno beneficio hacia los más poderosos.
Los paliativos sociales tuvieron que seguir vigentes porque al no atacarse con vehemencia las consecuencias del plan económico social de la época de Menem, la situación de marginación y discriminación se mantuvo, y como consecuencia directa los planes sociales debieron continuar, pero sostenido especialmente por algo a lo que son muy adeptos determinado tipo de políticos que es el “clientelismo político”.
¿Vieja política o mala política?
Los cambios que la sociedad aspiraba no se producían, pero esa misma sociedad, en una elección donde lo llamativo fue la presencia de distintas ofertas justicialistas, volvió a colocar en el gobierno del país a un ciudadano surgido de las filas del mismo partido que había instalado el modelo que se estaba repudiando.
El justicialista Doctor Néstor Kirschner, ante la renuncia a participar en la segunda vuelta del contrincante que había sacado mayor número de votos por estimar que el voto extra-partidario no lo favorecería, queda consagrado directamente Presidente de la Nación.
Los antecedentes que presentaba el nuevo Presidente de la República eran: su pertenencia al Partido Justicialista, su experiencia en la gestión de gobierno por haber sido Gobernador de la Provincia de Santa Cruz durante un largo período ininterrumpido, provincia en la que la reelección es sin limite, y la reivindicación de su participación en los movimientos políticos de la década del 70 que tenían como objetivo primario el acceso al poder a partir de cualquier método, incluso el de las armas, para luego efectuar las reformas sociales acordes a su ideología política.
Los signos distintivos de la gestión del Presidente Kirschner son: en lo político una fuerte concentración del poder en el Ejecutivo devaluando totalmente el accionar del Poder Legislativo y un gran desprecio por la aplicación del concepto de federalismo, rechazo por las pautas dialoguistas de la política y desestimación total por la oposición; en lo económico: la continuidad del modelo económico menemista de gran concentración de la riqueza, un cambio sustancial en el desenvolvimiento económico del Poder Ejecutivo que al compás de una coyuntura mundial favorable que provoco el crecimiento vertiginoso de la exportación granifera, a partir de las retenciones y el crecimiento de la actividad económica que provocó el mejoramiento de la actividad comercial generó un gran ingreso dinerario al Estado y un superávit fiscal importante, que debido a la cesión de facultades que aprobara el Poder Legislativo no se coparticipan y le permiten al gobierno atesorar una inmensa cantidad de dinero con la cual manejan a plenitud la voluntad de casi la mayoría de los políticos en ejercicio de funciones, especialmente gobernadores, intendentes, legisladores.
Se podrían efectuar más apreciaciones con relación al gobierno ejercido por el Dr. Kirschner, pero son historia tan reciente que nos parece inneseario enumerarlos a los efectos de este escrito.
Lo que podemos aseverar es que el esquema general armado por el plan que podríamos llamar Menem, se encuentra intacto con beneficios extras por haber cambiado la situación mundial, que los planes de asistencia continúan vigentes y en muchos casos incrementados, no porque los resultados hayan permitido a la gente la recuperación de su dignidad y salir de la situación de postración en que se encontraban, sino especialmente porque significaron un éxito desde el punto de vista del manejo de la voluntad popular.
¿Por qué estructuralmente todo sigue casi igual? ¿Por el uso de viejas políticas o por la aplicación de malas políticas?
A continuación asumió la Presidencia de la Nación la Doctora Cristina Fernández y todos conocemos y vivimos lo que esta pasando.
Es el hoy, y si observamos detenidamente vamos a notar muchas cosas que, salvo el período de dos años que estuvo en el gobierno nacional la Alianza , se continúan repitiendo.
Partido político, hombres, acciones, situaciones y, lamentablemente continúan fuertemente arraigadas las consecuencias sociales que el mismo produce, sin que se observen acciones concretas reales que permitan augurar un cambio.
¿Dónde están los cambios estructurales que motoricen la inclusión social de todos los argentinos?
¿Dónde podemos encontrar las transformaciones que auspicien el reverdecer del optimismo?
¿En la reaparición de la vieja dirigencia sindical fortalecida?
¿En el retorno de la violencia?
¿En la presencia en roles protagónicos de personajes promotores de la discriminación racial y social?
¿En frases de discursos y declaraciones de altos funcionarios del gobierno que provocan el odio a partir de la diferencia económica que existe entre las personas, el color de la piel o la pertenencia política?
¿En la reaparición de la violencia?
Quisiéramos poder ver y vivir las medidas que nos indiquen que estamos construyendo entre todos los argentinos, con la conducción de la Dra. Fernández de Kirschner como Presidenta de la República , una nación diferente a aquella que nació en la década del 90, que no solo desguazó el Estado, concentró la riqueza en unos pocos, destruyó el aparato industrial, aumento la pobreza, destruyó la educación, creó nuevas clases marginales sino que además nos hizo perder a los ciudadanos la esperanza y la fe.
Por eso aún tenemos mucha gente que no puede resurgir de un estado de resignación que lo lleva a pensar que cambiar su propio destino es imposible, que un futuro distinto para ellos no existe, y no estamos diciendo esto con el fin de dramatizar situaciones, sino que alguien nos desdiga demostrándonos que es factible un futuro diferente y mejor para aquellos argentinos que cuando nacieron no pudieron acceder a la alimentación necesaria ni a la salud precisa.
Aspiramos honestamente que todo cambie, para lo cual hay que cambiar la política. Dejar de lado la vieja política que solo sigue generando mala política y con convicción y osadía encarar la buena política que es simplemente aquella que produce acciones concretas que posibilita para todos los ciudadanos igualdad de oportunidades para acceder libremente a todos su derechos.
No dicen acaso que el General Perón decía que: “mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar”, o sino podríamos recordarles lo que dijera el Dr. Leandro N. Alem: “en política no se hace lo que se quiere ni lo que se puede, se hace lo que se debe…”
En cuanto a la sociedad, un análisis sociológico deberá determinar porque tropieza más de una vez con la misma piedra convirtiéndose en cómplice directa de determinados hechos políticos que no siempre la favorecen.
Antinomias que intentan demostrar diferencias en la manera de hacer política.
A nuestro país, con acciones políticas aplicadas en la década del noventa y que hoy todavía se encuentran vigentes, se lo llevó a una situación extremadamente compleja y complicada, y hoy al tratar de instalar la existencia de una “nueva política y una vieja política”, lo único que se está tratando de hacer es ocultar la participación y el protagonismo que determinados políticos, actualmente encumbrados en altos cargos, tuvieron en la implementación de esas políticas.
Estos políticos, hoy y entonces en altas funciones de gobierno, intentan adjudicar a las prácticas de la “vieja política” las consecuencias de un plan socio-económico que todos ellos con gran entusiasmo apoyaron, tratando de disimular su participación y trasladando sus responsabilidades a otros actores.
Pero con solo mirar las fotos de ayer y las de hoy descubrimos que los mismos que ayer eran la “vieja política”, hoy dicen ser la “nueva política”.
Lamentablemente los problemas sociales y económicos irresueltos en nuestro país no son consecuencia directa de acciones que tienen que ver con si la política es nueva o es vieja, sino que son causa directa de la aplicación de “malas políticas” y no de “viejas políticas”
Esta es la verdadera dicotomía: Buenas políticas o malas políticas y no viejas políticas o nuevas políticas.
Los políticos cuando asumen funciones gubernamentales, y pese al transcurrir del tiempo no producen las mejoras y los cambios que durante la campaña electoral declamaron, con el fin de no tener que asumir sus propios fracasos o ineficiencia, comienzan a justificarse, a excusarse y a buscar culpables con declaraciones que, por viejas y repetidas, ya no deberían se aceptadas por la sociedad.
¡El estado en que recibimos el país fue desastroso! Los que gobernaron antes nos dejaron el país en una situación tan complicada que nos esta costando mucho arreglarla. La gestión del gobierno anterior fue calamitosa. Estas y otras frases y excusas que, si tuviéramos la costumbre de apelar más seguido a la memoria cuando escuchamos hablar a algunos políticos, seguramente seríamos más exigentes con ellos, no admitiríamos sus mentiras y cometeríamos menos errores a la hora de votar.
La década del 90 fue del Partido Justicialista y su entonces líder, el Dr. Carlos Menem, que al conjuro de una muy particular interpretación de la tan mentada globalización y de una falsa modernización, nos trasladó a la época de los “señores feudales” en la cual el Estado sólo generaba para la gran mayoría de la sociedad obligaciones.
Menem y sus cómplices, como zanahoria motivadora del movimiento de las masas estableció la convertibilidad, que como madre de la estabilidad debía ser adorada y custodiada por todos, porque ella, como parte esencial de la teoría social de mercado provocaría el derrame que llevaría hacia las clases en principio desplazadas, las bondades del modelo en uso. Unos pocos de afuera, con la compañía de algunos amigos de adentro, aprovechando el encandilamiento general provocado por un muy armado programa de difusión, se fueron quedando con todo, lo importante y un poco más.
El País perdió la potestad y la propiedad de factores estratégicamente imprescindibles, no únicamente para potenciar el desarrollo armónico del país y todos sus habitantes, sino para solidificar una soberanía e independencia que quedó no sólo tremendamente debilitada sino que expuesta a los humores y caprichos de los nuevos dueños del país.
Como dato anecdótico, que será útil para analizar y comparar situaciones, podemos agregar que al conjuro de un Poder Ejecutivo actuando como verdadero amo autoritario funcionaban como meros acompañantes el Poder Legislativo y el Poder Judicial que sólo tenían por trabajo el legitimar las acciones del Poder Ejecutivo,
¿Se estaba aplicando vieja política o mala política?
La sociedad, preocupada por el rumbo de los acontecimientos, habría que analizar si conciente de la dramática situación en que se encontraba el país al cumplirse diez años de mandato de Menem, en las elecciones decide reemplazarlo por un engendro que se tituló Alianza, surgida de la unión de la Unión Cívica Radical, el Frepaso, otras pequeñas fuerzas políticas, peronistas disidentes, etc., que emerge cometiendo un error que la política real no perdona: juntarse para derrocar a alguien, pero sin priorizar el compromiso de la construcción alternativa.
Y así le fue a la Alianza.
A los dos años de haber asumido, sin haber cambiado nada para lo que había sido convocada al gobierno, consumida por sus contradicciones y disputas internas, su desgajamiento estructural, su distanciamiento de los partidos que originalmente la promovieron, su falta de convencimiento en la necesidad de encarar cambios reales y profundos, su creencia de que con leves correcciones el modelo recibido podía ser rescatado, y soportando además el acoso que históricamente provoca el justicialismo a quien esta en el gobierno, produce su triste retirada.
¿Que habían aplicado los políticos que llegaron con la Alianza : vieja política o mala política?
El país ingresa en una etapa turbulenta en la que se desata una fuerte disputa entre hombres del Partido Justicialista sobre quien debía sentarse en el sillón de Rivadavia para encarar la normalización institucional y si era posible, cambiar determinados parámetros que condicionaban la economía de la república.
Cada uno de los justicialistas con aspiraciones jugo sus cartas con la vehemencia que el poder propio le permitía para quedar a cargo del Poder Ejecutivo Nacional. Luego de una ardua lucha queda ejerciendo la Presidencia de la Nación , el Doctor Eduardo Duhalde, que casualmente era quien había sido derrotado en las elecciones presidenciales por los candidatos de la Alianza.
Todos quienes disputaron el espacio pertenecían y pertenecen al Partido Justicialista y en el período de Menem habían tenido una actitud protagónica desde cada uno de los lugares en los que actuaban,
Comienza un período que queda marcado especialmente por tres cuestiones fundamentales: la abrupta salida de la convertibilidad, la aparición de los planes Jefes y Jefas de hogar que por seis meses y con aportes internacionales venían a suplir la falta de trabajo y el exceso de hambre de mucha gente y la rápida búsqueda de la normalización a partir de un llamado anticipado a elecciones a Presidente de la Nación.
El efecto de la salida de la convertibilidad, aunque previsible, al no ser el resultado de un plan de adecuación que debía contemplar las consecuencias que la medida acarrearía, como también la forma en que se debía manejar la transición, provoca una serie de situaciones que nuevamente arrojan perjuicio fundamentalmente hacia los más débiles de la sociedad y el eterno beneficio hacia los más poderosos.
Los paliativos sociales tuvieron que seguir vigentes porque al no atacarse con vehemencia las consecuencias del plan económico social de la época de Menem, la situación de marginación y discriminación se mantuvo, y como consecuencia directa los planes sociales debieron continuar, pero sostenido especialmente por algo a lo que son muy adeptos determinado tipo de políticos que es el “clientelismo político”.
¿Vieja política o mala política?
Los cambios que la sociedad aspiraba no se producían, pero esa misma sociedad, en una elección donde lo llamativo fue la presencia de distintas ofertas justicialistas, volvió a colocar en el gobierno del país a un ciudadano surgido de las filas del mismo partido que había instalado el modelo que se estaba repudiando.
El justicialista Doctor Néstor Kirschner, ante la renuncia a participar en la segunda vuelta del contrincante que había sacado mayor número de votos por estimar que el voto extra-partidario no lo favorecería, queda consagrado directamente Presidente de la Nación.
Los antecedentes que presentaba el nuevo Presidente de la República eran: su pertenencia al Partido Justicialista, su experiencia en la gestión de gobierno por haber sido Gobernador de la Provincia de Santa Cruz durante un largo período ininterrumpido, provincia en la que la reelección es sin limite, y la reivindicación de su participación en los movimientos políticos de la década del 70 que tenían como objetivo primario el acceso al poder a partir de cualquier método, incluso el de las armas, para luego efectuar las reformas sociales acordes a su ideología política.
Los signos distintivos de la gestión del Presidente Kirschner son: en lo político una fuerte concentración del poder en el Ejecutivo devaluando totalmente el accionar del Poder Legislativo y un gran desprecio por la aplicación del concepto de federalismo, rechazo por las pautas dialoguistas de la política y desestimación total por la oposición; en lo económico: la continuidad del modelo económico menemista de gran concentración de la riqueza, un cambio sustancial en el desenvolvimiento económico del Poder Ejecutivo que al compás de una coyuntura mundial favorable que provoco el crecimiento vertiginoso de la exportación granifera, a partir de las retenciones y el crecimiento de la actividad económica que provocó el mejoramiento de la actividad comercial generó un gran ingreso dinerario al Estado y un superávit fiscal importante, que debido a la cesión de facultades que aprobara el Poder Legislativo no se coparticipan y le permiten al gobierno atesorar una inmensa cantidad de dinero con la cual manejan a plenitud la voluntad de casi la mayoría de los políticos en ejercicio de funciones, especialmente gobernadores, intendentes, legisladores.
Se podrían efectuar más apreciaciones con relación al gobierno ejercido por el Dr. Kirschner, pero son historia tan reciente que nos parece inneseario enumerarlos a los efectos de este escrito.
Lo que podemos aseverar es que el esquema general armado por el plan que podríamos llamar Menem, se encuentra intacto con beneficios extras por haber cambiado la situación mundial, que los planes de asistencia continúan vigentes y en muchos casos incrementados, no porque los resultados hayan permitido a la gente la recuperación de su dignidad y salir de la situación de postración en que se encontraban, sino especialmente porque significaron un éxito desde el punto de vista del manejo de la voluntad popular.
¿Por qué estructuralmente todo sigue casi igual? ¿Por el uso de viejas políticas o por la aplicación de malas políticas?
A continuación asumió la Presidencia de la Nación la Doctora Cristina Fernández y todos conocemos y vivimos lo que esta pasando.
Es el hoy, y si observamos detenidamente vamos a notar muchas cosas que, salvo el período de dos años que estuvo en el gobierno nacional la Alianza , se continúan repitiendo.
Partido político, hombres, acciones, situaciones y, lamentablemente continúan fuertemente arraigadas las consecuencias sociales que el mismo produce, sin que se observen acciones concretas reales que permitan augurar un cambio.
¿Dónde están los cambios estructurales que motoricen la inclusión social de todos los argentinos?
¿Dónde podemos encontrar las transformaciones que auspicien el reverdecer del optimismo?
¿En la reaparición de la vieja dirigencia sindical fortalecida?
¿En el retorno de la violencia?
¿En la presencia en roles protagónicos de personajes promotores de la discriminación racial y social?
¿En frases de discursos y declaraciones de altos funcionarios del gobierno que provocan el odio a partir de la diferencia económica que existe entre las personas, el color de la piel o la pertenencia política?
¿En la reaparición de la violencia?
Quisiéramos poder ver y vivir las medidas que nos indiquen que estamos construyendo entre todos los argentinos, con la conducción de la Dra. Fernández de Kirschner como Presidenta de la República , una nación diferente a aquella que nació en la década del 90, que no solo desguazó el Estado, concentró la riqueza en unos pocos, destruyó el aparato industrial, aumento la pobreza, destruyó la educación, creó nuevas clases marginales sino que además nos hizo perder a los ciudadanos la esperanza y la fe.
Por eso aún tenemos mucha gente que no puede resurgir de un estado de resignación que lo lleva a pensar que cambiar su propio destino es imposible, que un futuro distinto para ellos no existe, y no estamos diciendo esto con el fin de dramatizar situaciones, sino que alguien nos desdiga demostrándonos que es factible un futuro diferente y mejor para aquellos argentinos que cuando nacieron no pudieron acceder a la alimentación necesaria ni a la salud precisa.
Aspiramos honestamente que todo cambie, para lo cual hay que cambiar la política. Dejar de lado la vieja política que solo sigue generando mala política y con convicción y osadía encarar la buena política que es simplemente aquella que produce acciones concretas que posibilita para todos los ciudadanos igualdad de oportunidades para acceder libremente a todos su derechos.
No dicen acaso que el General Perón decía que: “mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar”, o sino podríamos recordarles lo que dijera el Dr. Leandro N. Alem: “en política no se hace lo que se quiere ni lo que se puede, se hace lo que se debe…”
En cuanto a la sociedad, un análisis sociológico deberá determinar porque tropieza más de una vez con la misma piedra convirtiéndose en cómplice directa de determinados hechos políticos que no siempre la favorecen.
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